La procesionaria del pino y el efecto climático

Llega Febrero y la procesionaria comienza a descender por los pinos en fila india pero… ¡No estamos en Semana Santa!

El caso es que cada año que pasa, la oruga procesionaria se adelanta más debido a las temperaturas suaves de los inviernos. Hasta hace unos años, la procesionaria se asociaba al centro-sur de la península y a las islas, pero recientemente, el problema de la procesionaria se ha generalizado a todo el país.

El problema no sólo tiene relación con que se adelante de mes, sino que además, cada año que pasa hay más, convirtiéndose así en una auténtica plaga.

Por la zona del levante es raro pasar por zonas de pinos que no estén infectados de la oruga procesionaria. Esta situación es alarmante porque además de poder causar un grave peligro, nos está advirtiendo de una grave inestabilidad del ecosistema, consecuencia del cambio climático.

Aunque la procesionaria sea llamativa y muy curiosa, todas las personas adultas la odiamos porque además de comerse a nuestros pinos, puede producirnos urticaria, intoxicar a nuestros niños por contacto, incluso producir la muerte a nuestras mascotas. Sin embargo, la procesionaria es necesaria para nuestro ecosistema.

La procesionaria forma parte de la cadena trófica. Es capaz de transformar las acículas de los pinos en proteínas que aprovecharán sus depredadores y sus excrementos abonarán el suelo de los pinos. En todas las fases de su ciclo de vida encontramos depredadores.

Los murciélagos (que también suponen un gran control biológico para mosquitos y otros insectos), golondrinas, salamanquesas etc. Son alguno de sus depredadores en su fase adulta. Cucos, cuervos, herrerillos son depredadores en la fase de larva u oruga, de la crisálida se alimentarán lirones o abubillas y de los huevos se sustentarán grillos, microavispas, hormigas o endopárasitos.

Pero… ¿Acaso no estamos acabando con sus depredadores? Los murciélagos están en peligro de extinción, cada vez hay menos golondrinas, cucos, salamanquesas, incluso nos estamos quedando sin gorriones tan expandidos en nuestro país. Se estima que la población de gorriones ha descendido un 20%.





Todo en la naturaleza se ha creado para un fin pero para que todo marche correctamente debe de existir un equilibrio. Cuando ese equilibrio se rompe comienzan las plagas, que es lo que tenemos en la actualidad con la procesionaria. Cualquier plaga, en este caso forestal, es un indicador que nos muestra que algo no marcha bien.

En nuestra mano está paralizar la expansión del efecto climático y por eso es muy importante reducir los tratamientos químicos fitosanitarios. Con el uso de estos productos estamos agravando más el problema ya que estos productos no sólo dañan a la procesionaria sino que afectan a toda la diversidad. Hay que apostar por los tratamientos biológicos o trampas físicas selectivas.

Es muy importante qué si tenéis problemas con la procesionaria, antes de actuar, consultéis con empresas de control de plagas expertas y comprometidas de forma real con el medio ambiente. Para cualquier cosa que necesitéis, la Vall Grup os puede ayudar. 





¿Hormigas o termitas voladoras?